Entrevista a Diego García-Borreguero, Director del Instituto del Sueño Internacional
«Las posibilidades de desarrollo que la telemedicina puede suponer para Chile son muy grandes»
- Siendo especialistas en el estudio del sueño ¿Cómo cree que la pandemia y el confinamiento están afectado a las personas?
La pandemia tuvo un efecto sobre el sueño durante el periodo de estricto confinamiento. En la medida en que éste se va relajando, y en España prácticamente ya da, su efecto es menor. El efecto sobre el sueño se debe fundamentalmente a una reducción de la actividad física causada por el mismo confinamiento y a una relajación de los horarios habituales de actividad.
Por otro lado, el sueño cumple una función fundamental de reforzamiento del sistema inmunológico. Durante el sueño, especialmente durante el sueño de ondas lentas, se activa el sistema inmunológico. De hecho, las personas que duermen poco son más proclives a las infecciones virales. En un estudio que evaluó la respuesta inmunitaria a la vacuna de la gripe, pudo verse que el grupo de pacientes que dormía menos horas producía menos anticuerpos.
En resumen, la falta de sueño es una de las consecuencias de la pandemia, pero también actúa como factor predisponente, facilitando una menor respuesta inmunológica ante la exposición al virus. Y como hemos comentado, también disminuye la respuesta inmunológica ante la vacunación.
Es bien conocido que, cuando a un animal de experimentación (roedores) le sometemos durante días a privación total de sueño, sobreviene inevitablemente la muerte. Pues bien, ésta se debe a dos factores: uno de ellos es un desajuste metabólico-hormonal, incompatible con el mantenimiento de las funciones vitales. El otro es precisamente un colapso inmunológico, facilitando las infecciones.
En cualquier caso, los grandes estudios epidemiológicos nos muestran repetidamente que el sueño de mala calidad, sea cual sea su causa (respiratoria, neurológica, psicológica, ambiental, etc.) nos predispone a una menor esperanza de vida, precisamente por facilitar la aparición de determinadas enfermedades. Las más importantes son la diabetes y la hipertensión arterial, que contribuye a aumentar el riesgo cardio- y cerebrovascular. Sin ir más lejos, en algunas patologías del sueño, el riesgo de ictus prácticamente se triplica con respecto a los que no las padecen.
2. ¿Qué consejos puede dar para sobrellevar el coronavirus y prevenir que no afecte al sueño?
Entiendo que se refiere al confinamiento más que a las personas infectadas. Durante los meses que duró el confinamiento, el ejercicio físico, la estructuración de la actividad diaria, el mantenimiento forzoso de los horarios laborales de sueño, así como el mantenimiento del peso corporal fueron los mejores antídotos.
3. La falta de sueño se asocia con daños en la motivación, la emoción y el funcionamiento cognitivo. ¿ Cree que debería haber más colaboración entre el sistema de salud público y privado para evitar los riesgos que conlleva?
Sí, inicialmente la falta de sueño se traduce en un síndrome neuropsicológico que afecta al rendimiento (concentración, memoria) y al estado de ánimo. Este síndrome es reversible y desaparece rápidamente en cuanto se normaliza la situación de sueño. Sin embargo, el mayor problema surge a medio-largo plazo, cuando el insomnio (al márgen de su causa) se convierte en crónico. Como ya hemos comentado, con el tiempo aumentan el riesgo cardio- y cerebrovascular. También aumenta el riesgo de diabetes (propulsado en parte por la obesidad) y el déficit inmunológico. En circunstancias normales, el mayor problema de la disminución de la respuesta inmunitaria sería, aparte de una menor resistencia ante infecciones, la proclividad a determinados tumores. Todo esto lo estamos comenzando a entender actualmente, y es algo realmente novedoso para la mayoría de los médicos…. En cualquier caso es fascinante.
Dicho esto, mi impresión es, y repito, se trata de una mera impresión personal, que salvo determinadas Universidades y centros de investigación, la medicina pública ha entendido todo esto de manera muy limitada. Todo ello es lógico, dado la carga asistencial que soportan en ocasiones y que en todo caso no les permite centrarse más que en determinadas enfermedades como pueda ser la Apnea del Sueño. Además la capacidad de realizar investigación suele ser limitada o incluso inexistente.
Esta lección la aprendí personalmente hace ya algunos años. Tras crear como neurólogo una Unidad de Sueño en la Fundación Jiménez Diaz, que en muchos aspectos era modélica en España, con el tiempo comprendí que la rigidez del sistema público dificulta la investigación. La única manera de crecer era crear un centro independiente que tuviese una mayor flexibilidad: Aquello fue el embrión del Instituto del Sueño, modelo que de momento estamos trasladando a Chile y a Panamá, pero que pensamos exportar también a otros países.
4. A partir de ahora los hospitales, centros de salud e incluso las personas tendrán que estar más preparados para futuras pandemias ¿Será esencial la producción de algunos productos a nivel nacional para no depender del exterior?
Sí, crisis como éstas nos hacen aprender. De todas formas, la gestión de la crisis por parte del Gobierno de España ha sido una absoluta catástrofe. Y creo que esto es difícilmente rebatible ante la evidencia de los números.
Quizá lo único bueno de todo ello vaya a ser que la sociedad se pueda ir concienzando de que sin investigación no hay futuro. Y de que la iniciativa privada, a través de la frecuentemente tan denostada industria farmacéutica, puede salvar vidas. La pregunta es si eran necesarios tantos muertos (50000 en España) para aprender algo que era evidente…
5. ¿Cómo cree que van a cambiar nuestros hábitos de vida postCovid-19?
Yo no creo que, una vez se desarrollen vacunas y podamos ofrecer protección inmunológica a la población, nuestro estilo de vida vaya a cambiar mucho con respecto a, digamos, 2019. Sin embargo, sí creo que se va a producir un efecto colateral inmediato: el auge del teletrabajo y la utilización rutinaria de la tecnología para la comunicación. Creo personalmente que va a cambiar el concepto de oficina, permitiendo que trabajemos a grandes distancias de donde vivimos, con todas las implicaciones urbanísticas que esto conlleve. Afortunadamente, también va a reducir la necesidad de viajar constantemente.
Si bien se trataba de un proceso que ya se estaba produciendo de todas formas, la crisis de la pandemia lo ha acelerado de la misma manera que la última guerra mundial pudo acelerar el desarrollo de la cibernética o la carrera espacial.
6. La telemedicina está avanzando a pasos de gigante, ¿En el caso del Instituto del sueño también será así?
Estaba ocurriendo ya antes de la pandemia, pero sin duda el proceso se ha acelerado. Por ejemplo: Hace 1 o 2 años todavía notábamos una cierta resistencia por parte de los pacientes de Chile a ser tratados por un neurólogo de Madrid. Ahora mismo ya no existe ningún problema.
Las posibilidades de desarrollo que un proceso como éste puede suponer para un país como Chile son muy grandes: tengase en cuenta que, no solamente las distancias son enormes, sino que además la medicina chilena está muy centralizada en la zona de Santiago. El chileno viaja con frecuencia miles de kilómetros para realizarse una prueba médica. Para nosotros, la telemedicina está consiguiendo que podamos, desde Santiago, Madrid o Panamá, controlar el tratamiento a un paciente que viva en una zona remota de Chile. Y ésto es sólo el comienzo…
7. El sistema de salud chileno es diferente en algunos aspectos del español ¿Nos podría contar como está siendo su experiencia en Chile?
Sí, las diferencias son importantes, y tienen su influencia sobre la manera de ejercer la medicina. La diferencia fundamental es la existencia del copago, algo que en el sistema español (tanto en el publico como en las sociedades medicas privadas) no es habitual. El problema acaba siendo que en una parte importante de la población, determinadas pruebas (desde un simple examen de sangre hasta una ecografía abdominal) no se realicen con la suficiente asiduidad, lo cual dificulta enormemente la posibilidad de realizar una medicina preventiva. Y en ocasiones el paciente no acude al médico hasta que el problema esté ya muy avanzado.
Quizá no sea menos importante sea lo relacionado con el copago de medicamentos. En España son prácticamente gratuitos. En Chile su coste puede suponer un problema, y llevar al paciente a no seguir el tratamiento.
Este tipo de problemas también se dan en EEUU, con cuyo sistema de salud que existen algunas similaridades. Dicho esto, el sistema de salud chileno es, en términos generales, un sistema desarrollado, con profesionales de extraordinaria calidad, y perfectamente comparable al de muchos países europeos.